¿Qué es la Estanflación?

La estanflación define un fenómeno económico caracterizado por una inflación elevada y el estancamiento económico. De hecho, la palabra no es sino la unión de estancamiento e inflación.

El término fue acuñado en 1965 por el aquel entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod, que utilizó la palabra stagflation en un discurso ante el parlamento. La estanflación se caracteriza por subidas del IPC y caídas o crecimiento cero en el Producto Interior Bruto (PIB) del país -una economía entra en recesión técnica después de dos trimestres de caídas consecutivos-.

Los riesgos de un escenario de estanflación para la economía son enormes. Se trata de una de las peores convinaciones para el desarrollo financiero, ya que distorsiona los mercados y sobre todo es muy complicada de combatir. Por una parte se requieren políticas de expansión fiscal y monetaria para incentivar el consumo y salir de la recesión, pero por otro lado este tipo de medidas tienden a generar inflación. De esta forma cuando se trata de ‘atacar’ un frente se agrava el otro.

Históricamente la estanflación ha estado ligada al precio de las materias primas. Esto es precisamente que pasó en la década de los 70, cuando la fuerte subida en el precio del petróleo provocó un alza generalizada en los precios y consecuentemente en el IPC. Este aumento del petróleo provocó a su vez un incremento de los costes de producción de las empresas, que tomaron medidas para cuadrar sus cuentas reduciendo sus plantilla, es decir, despidiendo trabajadores. El aumento del paro redujo el consumo y el crecimiento económico, entrando así en una espiral negativa.

¿Cuál es la situación actual?

La economía española camina ahora cercana a la estanflación. Por una parte el coste de las materias primas ha subido -y se prevé que siga haciéndolo- y por otro medidas como la subida del IVA han empujado el IPC de 2012 al alza durante buena parte del año -los últimos trimestres se vio una moderación en la subida-. Por otra, la economía española sigue registrando tasas de crecimiento negativas o cercanas al 0%, lo que indica que se encuentra en una recesión galopante.

 

El descenso del IPC de Noviembre, unido al dato de diciembre abren la puerta al optimismo. Tanto es así, que se espera que el IPC 2013 inicie una senda bajista que le lleve a cerrar el año en el 1,2%. En el fondo, lo que ocurre es que la recesión está pudiendo con el factor inflacionista de las materias primas y pese al incremento de costes las empresas se están viendo obligadas a revisar y reducir sus precios si quieren mantener el consumo. Se trata de la lógica que impone un mercado interior deprimido y la reducción del número de consumidores.

Publicidad