El IPC es uno de los indicadores más polémicos y que más juego ofrece debido a su composición y la forma de calcularlo. El Instituto Nacional de Estadística (INE) utiliza diferentes grupos de productos para calcular la inflación, cada uno con una ponderación diferentes y casi siempre hay quejas respecto a a la elección y el peso de cada uno de ellos. Al amparo de esta fórmula han surgido otros indicadores no oficiales que varían la estructura de los grupos y su peso para tratar de encontrar el IPC real.
Sin embargo, desde el INE todavía son pocos los indicadores derivados que se ofrecen al margen del conocido como IPC subyacente o Inflación subyacente. Este indicador refleja la evolución de los precios según la cesta del IPC general pero excluyendo alimentos no elaborados y productos energéticos, dos de los que más inestables y cíclicos.
En principio, la inflación subyacente sirve como indicador adelantado del rumbo que tomará el IPC qa medio plazo. En teoría, energía y alimentos no elaborados son los dos grupos más volátiles y esto hace que distorsionen en cierta medida el comportamiento global del IPC. Además, en el caso de determinados productos energéticos como el petróleo, su comportamiento cíclico desvirtúa en cierto sentido el índice.
La inflación subyacente o IPC Subyacente se calcula mensualmente junto con el IPC General y el IPCA o IPC Armonizado, que es el que después utiliza Eurostat para el cálculo de la inflación en la Unión Europea.