La economía española, en el punto de mira de la nueva guerra comercial
A veces los problemas que parecen lejanos acaban golpeando más cerca de lo que pensamos. Y eso es justo lo que podría pasarle a la economía española en los próximos meses si la tensión comercial sigue aumentando. Según ha advertido FUNCAS, podríamos perder entre 0,7 y 1,2 puntos de PIB durante 2025 y 2026 si se mantiene el actual clima de proteccionismo que enfrentan grandes potencias como Estados Unidos y China.
La advertencia no es menor. La fundación ha planteado dos escenarios para medir el impacto: uno donde la situación se mantiene estable (y entonces la caída sería más contenida) y otro, más pesimista, en el que la incertidumbre internacional termina por enfriar la inversión y la actividad económica en España.
En el mejor de los casos, el crecimiento seguiría adelante, con un 2,3 % en 2025 y un 1,9 % en 2026. No sería espectacular, pero permitiría seguir avanzando. En cambio, si las cosas se complican más de la cuenta, hablaríamos de un crecimiento del 2 % el primer año y de apenas un 1,4 % el siguiente. Nada para tirar cohetes, desde luego.
España resiste mejor que otros países, pero no es inmune
FUNCAS también deja claro que, dentro de lo malo, España parte de una posición algo más ventajosa que otras economías europeas. ¿El motivo? Principalmente, el impulso del consumo interno y de la construcción, que siguen tirando con fuerza. Además, nuestro comercio exterior depende menos de Estados Unidos que el de otros socios europeos, y eso también ayuda a amortiguar parte del golpe.
Ahora bien, eso no quiere decir que estemos a salvo. El informe señala tres grandes riesgos que podrían terminar afectándonos:
- Pérdida de competitividad si el euro sigue ganando fuerza frente al dólar.
- Menor volumen de comercio global, lo que afectaría directamente a nuestras exportaciones.
- Debilitamiento de la inversión privada ante la incertidumbre económica.
Además, se espera que la inflación, aunque se moderará, siga condicionando el poder adquisitivo de las familias. El empleo seguirá creciendo, pero a un ritmo más flojo que el de los últimos años, y el déficit público, ese eterno quebradero de cabeza, podría tardar más en reducirse de lo previsto.
Todo esto dibuja un panorama en el que el crecimiento no desaparecería, pero sí sería bastante más frágil de lo que nos gustaría. No hablamos de una recesión, ni mucho menos, pero sí de una ralentización que, dependiendo de cómo evolucione el conflicto comercial, podría hacerse más o menos profunda.
¿Qué podemos esperar en los próximos meses?
De momento, lo único claro es que la evolución de la economía española dependerá, en buena parte, de factores que no controlamos. Si las tensiones comerciales se relajan, el impacto podría ser relativamente moderado. Pero si se endurecen más todavía —con nuevos aranceles, restricciones o represalias cruzadas—, no quedará otra que prepararse para unos años de crecimiento más débil.
Desde FUNCAS insisten en la importancia de seguir apostando por reforzar el mercado interno, mejorar la productividad y diversificar los destinos de nuestras exportaciones. Medidas que no son nuevas, pero que, en un contexto como el actual, resultan más urgentes que nunca.
Así que, aunque ahora mismo sigamos creciendo, conviene no confiarse demasiado. Porque, si algo nos enseña la historia reciente, es que las tormentas económicas llegan cuando menos lo esperas.