El IPC no es solo una cifra que sale en las noticias, es lo que marca cuánto te cuesta llenar el carro o pagar la factura de la luz. Y aunque España comparte moneda con el resto de Europa, la forma en que los precios suben o bajan no siempre se comporta igual. En los últimos meses, la inflación se ha vuelto a mover y conviene entender por qué aquí nos afecta más que a otros países del euro.
Cómo está el panorama actualmente
En septiembre de 2025, el IPC interanual de España subió hasta el 2,9 %, dos décimas más que el mes anterior. La inflación subyacente, que deja fuera energía y alimentos frescos, se mantiene en el 2,3 %. En la zona euro, en cambio, el dato ronda el 2,2 %. Puede parecer poca diferencia, pero esa brecha refleja algo más profundo: España sigue siendo más vulnerable a los cambios de precios.
Esa diferencia se explica por varios motivos. El primero es que en nuestro país los costes energéticos y de vivienda pesan más en el gasto familiar. Cada subida en la luz o en el gas impacta con más fuerza en el bolsillo del consumidor medio. Además, nuestra economía depende más del turismo, la construcción y los servicios, sectores que sufren cuando hay tensiones internacionales o cuando suben los costes de producción.
A esto se suma otro factor importante: la dependencia energética exterior. Importamos buena parte de la energía que consumimos y eso nos hace más sensibles a cualquier cambio global. Y aunque las políticas públicas han intentado amortiguar los efectos, la realidad es que los precios regulados y los impuestos indirectos pueden provocar saltos bruscos de un mes a otro.
El resultado es un escenario donde España, pese a crecer más rápido en algunos periodos, se enfrenta a una inflación más difícil de controlar. Los precios de la vivienda, por ejemplo, subieron en torno a un 12 % en el segundo trimestre de 2025 respecto al año anterior, mientras que en el conjunto de la eurozona el aumento fue de apenas un 5 %. Esto encarece el coste de vida y alimenta un problema que va más allá del corto plazo.
Dónde nos afecta más y cómo puedes protegerte
La inflación no golpea igual a todos. En España, hay tres frentes donde se siente con más fuerza: energía, vivienda y transporte. Son sectores que arrastran al resto, porque cuando sube el combustible, suben los productos que dependen de él. Si además los salarios no crecen al mismo ritmo, el poder adquisitivo se reduce y cada mes cuesta un poco más llegar a final de mes.
Aquí entra en juego la economía doméstica. No se trata solo de mirar los datos del INE, sino de entender cómo te afecta a ti. Conviene revisar el tipo de contrato energético que tienes, comparar tarifas o controlar el consumo. También puedes planificar tus gastos con un margen de seguridad para evitar que una subida puntual te desajuste el presupuesto.
Por otra parte, es clave observar el comportamiento del euro y de los precios internacionales. Si el petróleo o el gas se encarecen, es cuestión de tiempo que eso se traslade al transporte y a la alimentación. Y aunque los bancos centrales ya dan por hecho que la inflación se está moderando, el equilibrio sigue siendo frágil.
España tiene ventajas, como un mercado laboral más activo y un turismo en auge, pero su estructura económica la hace más sensible a las turbulencias. Por eso, más que mirar el dato del IPC como una estadística aislada, conviene interpretarlo como un aviso: somos más vulnerables cuando dependemos de factores externos que no controlamos.
En resumen, mientras la zona euro empieza a estabilizar los precios, España sigue lidiando con una inflación más pegajosa, esa que no desaparece del todo y que se nota en el día a día. Entenderlo no te hace gastar menos, pero te ayuda a prepararte mejor.