El IPC de julio 2025 ha sorprendido a más de uno: se ha situado en un 2,7 % interanual, cuatro décimas por encima del mes anterior. La subida se debe sobre todo al aumento del precio de la electricidad y de los carburantes, que venían de comparativas bajas en 2024. Aunque no hablamos de una inflación descontrolada, sí marca un ritmo que empieza a notarse en el bolsillo, sobre todo en sueldos, pensiones y alquileres. Y claro, muchos se preguntan cómo les va a afectar en su día a día.
Cómo influye en los ingresos y las pensiones
El IPC es la referencia que se usa para actualizar gran parte de los salarios y prácticamente todas las pensiones. Si eres trabajador por cuenta ajena, lo primero que debes saber es que la subida de tu sueldo dependerá de tu convenio colectivo. Muchos convenios recogen revisiones salariales ligadas al IPC, así que un 2,7 % podría trasladarse a tu nómina si tienes ese derecho reconocido. En el sector privado, sin cláusulas automáticas, todo depende de las negociaciones, aunque este dato del 2,7 % se convierte en un argumento fuerte para pedir ajustes que eviten perder poder adquisitivo.
En el caso de las pensiones, la cosa es más directa. En España, las pensiones contributivas se revalorizan cada año en línea con el IPC anual. Si este 2,7 % se mantiene como referencia al cierre del ejercicio, los jubilados verán su pensión subir aproximadamente en esa misma proporción en 2026. Para un pensionista que cobre 1.200 € al mes, esto significaría unos 32 € más al mes, o cerca de 450 € adicionales en todo el año.
Los sueldos públicos también suelen ajustarse con el IPC, aunque dependen de las decisiones presupuestarias. Si el Gobierno mantiene su política de equiparar salarios al coste de vida, los empleados públicos podrían ver una subida similar el próximo año. No es automático, pero este dato del 2,7 % es ya un punto de referencia claro en las negociaciones.
Qué supone para los alquileres y la vivienda
Si vives de alquiler, el IPC es un dato que seguramente te interesa tanto como al casero. Los contratos firmados antes de la nueva Ley de Vivienda suelen actualizarse con el IPC, así que un 2,7 % significa una subida real. Por ejemplo, si pagas 1.000 € mensuales, el aumento sería de 27 € al año siguiente. Pero si tu contrato se firmó después de mayo de 2023, entonces se aplica el nuevo índice de referencia, el IRAV, que este año limita las revisiones al 2,2 %. Esto significa que, aunque la inflación sea mayor, el casero no podrá subirte más de 22 € en ese mismo alquiler de 1.000 €.
Para los propietarios, este límite supone que la rentabilidad real puede quedar por debajo del crecimiento del coste de vida, especialmente si los gastos de comunidad o mantenimiento suben más rápido que el alquiler. En cambio, para los inquilinos ofrece algo de estabilidad, porque evita saltos bruscos en la renta anual.
En la vivienda en propiedad, el IPC también tiene impacto indirecto. Con la inflación estable pero por encima del 2 %, los tipos de interés tienden a mantenerse relativamente bajos, favoreciendo hipotecas fijas o mixtas. Si la inflación escalara más, el coste de financiar una compra podría cambiar, pero de momento este 2,7 % se interpreta como un nivel manejable.
El IPC de julio 2025 marca un escenario de inflación moderada pero con efectos reales sobre la economía personal. Sueldos y pensiones tenderán a ajustarse en torno al 2,7 %, mientras que los alquileres dependerán de la fecha del contrato, con topes más bajos para los firmados tras la reforma. No es un dato alarmante, pero sí suficiente para planificar bien el presupuesto y evitar que el aumento del coste de vida te pille desprevenido.