El margen empresarial se aprieta y tú lo pagas: relación entre beneficios y subida de precios

Durante los años de inflación más intensa, muchas empresas aprovecharon para subir precios. Algunas lo hicieron por necesidad, otras para proteger beneficios. Pero ahora, con la inflación algo más controlada, los márgenes empiezan a ajustarse. Lo curioso es que los precios, lejos de bajar, siguen subiendo poco a poco. Y esa tensión, ese punto intermedio en el que las compañías intentan mantener beneficios sin perder ventas, lo acabas pagando tú cada mes en la compra, la luz o el alquiler.

La economía española crece a un ritmo más lento. Las ventas suben, pero los beneficios no acompañan igual. Los márgenes empresariales, que llegaron a rozar niveles récord el año pasado, han empezado a reducirse. Sin embargo, eso no significa que las empresas ganen menos. Lo que ocurre es que ahora deben equilibrar sus cuentas sin poder trasladar todos los costes al consumidor. Y, aun así, el resultado es el mismo: los precios se resisten a bajar.

Cómo las empresas ajustan sus márgenes

Cuando los costes suben (energía, materias primas o salarios), las empresas tienen dos caminos: asumir parte de ese gasto o pasarlo al precio final. En los años más duros de inflación, la mayoría optó por lo segundo. Ahora, con una inflación más estable, la competencia y el consumo más moderado les obligan a contener las subidas. Pero contener no es lo mismo que renunciar. Muchas compañías siguen subiendo precios, aunque sea de forma más sutil, para proteger sus cuentas.

En el segundo trimestre de 2025, los ingresos empresariales crecieron en torno a un 4 %, pero los beneficios no lo hicieron en la misma medida. Eso indica que los márgenes se están apretando. Y aquí está la paradoja: los consumidores siguen pagando más, pero las empresas no ganan tanto como antes. La diferencia se reparte entre mayores costes y menores márgenes, y ese equilibrio delicado es el que está marcando la economía actual.

Además, los salarios han subido cerca de un 4 % en lo que va de año, lo que también aumenta el gasto de las empresas. Y aunque eso parece una buena noticia para los trabajadores, la realidad es que, si los precios continúan al alza, el poder adquisitivo apenas mejora. En otras palabras, ganamos más, pero también gastamos más. Y eso deja la sensación de que todo sigue igual o incluso un poco peor.

Cómo te afecta y por qué importa

Lo primero que notas es que los precios de los servicios no bajan. Ir a cenar, pedir una reparación o contratar un seguro cuesta prácticamente lo mismo que hace unos meses, o incluso algo más. La bajada de la inflación general no se traduce en un alivio real para tu bolsillo. Las empresas ajustan márgenes, pero lo hacen manteniendo los precios arriba para no perder rentabilidad.

También hay un efecto silencioso en la inversión. Cuando los márgenes se reducen, las empresas tienden a frenar proyectos, innovaciones o contrataciones. Y eso acaba afectando al crecimiento del empleo y al dinamismo del mercado. A la larga, la tensión entre costes y precios puede traducirse en una economía más lenta, con menos oportunidades y más sensación de estancamiento.

Lo más preocupante es que esta fase de “márgenes apretados” puede prolongarse. Si la inflación se mantiene cerca del 3 % y los costes laborales siguen subiendo, las empresas seguirán presionadas para ajustar precios y gastos. Y si tú notas que la cesta de la compra no baja, es porque gran parte de esos ajustes se están resolviendo a costa del consumidor. Es decir, de ti.

Conviene que observes tus gastos fijos y revises tus contratos. Algunos servicios están aplicando incrementos automáticos que pueden pasar desapercibidos. También es un buen momento para comparar precios y buscar alternativas más económicas, porque las compañías están compitiendo más y eso puede jugar a tu favor.

La conclusión es sencilla: el margen empresarial se está apretando, pero la factura no baja. Aunque la economía crezca, los precios siguen firmes porque las empresas no pueden (ni quieren) perder rentabilidad. Por eso, cuando oigas que “la inflación está controlada”, piensa que puede ser cierto en los datos, pero no necesariamente en tu día a día. Porque al final, los márgenes se ajustan arriba, y el coste recae sobre ti.

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